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“Porque por gracia habéis sido salvados mediante la fe; esto no procede de vosotros, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte. Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica.” Efesios 2:8-10
“¿No fue declarado justo nuestro padre Abraham por lo que hizo cuando ofreció sobre el altar a su hijo Isaac? Ya lo ves: Su fe y sus obras actuaban conjuntamente, y su fe llegó a la perfección por las obras que hizo. Así se cumplió la Escritura que dice: «Creyó Abraham a Dios, y esto se le tomó en cuenta como justicia», y fue llamado amigo de Dios.” Santiago 2:21-23
Estos dos pasajes muestran la importancia de la fe y el lugar de las obras en el deseo de Dios de hacernos Sus amigos. Lo que Pablo dice a los efesios acerca del lugar de las obras y lo que Santiago dice acerca de las obras puede parecer confuso. La confusión se aclara cuando entendemos que la primera mención de Pablo sobre "obras" se refiere a las obras de la ley que no pueden salvarnos. Su segunda mención de las "buenas obras" son las cosas que hacemos en respuesta a la salvación que Dios provee a través de Jesús. Estas son obras de fe, no obras de la ley. Santiago, por su parte, está hablando claramente de obras de fe (más sobre esto a continuación). Así que tenemos obras de la ley y obras de fe. ¡La diferencia es enorme!
Pablo les recuerda a los efesios su situación antes de llegar a la fe en lo que Dios había hecho por ellos:“estabais muertos en vuestras transgresiones y pecados” (Efesios 2:1). Apartados de Jesús estamos indefensos y sin esperanza... ¡muertos! Nunca podemos estar a la altura por las obras de la ley o por ser lo suficientemente buenos.
¡Necesitamos un Salvador que pueda darnos vida! Afortunadamente, Dios interviene: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia habéis sido salvados!” (Efesios 2: 4-5) No lo merecemos. No podemos ganarlo haciendo buenas obras. Es la gracia de Dios por nosotros.
Sabemos que Santiago no está hablando de las obras de la ley cuando se refiere Abraham, porque Abraham vivió antes de que la ley fuera dada a y a través de Moisés. Abraham creyó a Dios y se le contó como justicia. Sus buenas obras fueron obras de fe, no obras de la ley. Sus buenas obras fueron la evidencia de la autenticidad de su fe y su creencia genuina en Dios resultó en que fuera llamado amigo de Dios.
¿Quieres ser amigo de Dios? Cree lo que Él dice y permite que tu fe y tus obras de fe sean evidencia de tu auténtica creencia en Dios y de lo que Él ha hecho por nosotros en Jesús. Reconoce que no puedes ganar Su amistad haciendo buenas obras, pero puedes recibirla por gracia a través de la fe. Él quiere salvarnos y nos convierte en Su hechura, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, obras de fe. No ganamos la salvación a través de estas buenas obras; más bien son en respuesta a la salvación que Él nos da libremente cuando confiamos completamente en el sacrificio de Jesús.
En lugar de confiar en nosotros mismos y en nuestras buenas obras, Dios nos llama a confiar en Jesús y en la buena obra que realizó por nuestra salvación cuando dio Su vida por nosotros.